altura de la viña: 0-800 m │hectáreas de viña: 24.250 │pluviometría anual: 500 mm │temperatura media anual: 14,7° │ viticultores: 2.900 │bodegas inscritas: 170
Existen documentos que prueban el cultivo de la viña en el Penedés en el siglo IV a.C. Ya Avieno habla de ello en su “Ora martima” en el siglo v a.C., aunque el perfeccionamiento de las estructuras agrícolas llegó con el desembarco del Imperio romano. Escritores como Plinio, Silio, ltálico y Marcial ya elogiaban y describían los vinos de las regiones layetanas. La Vía Augusta, que atravesaba el Penedés, era la aorta del comercio internacional romano, donde confluían los caminos “vinarios” del Ródano, del Ebro, del Duero y del Guadalquivir. Los vinos tintos del Penedés eran más cotizados que los blancos, como ocurrió siempre en todo el Mediterráneo, donde los oscuros vinos pramnios se consideraban la mejor ofrenda de Baco. La producción de vinos de calidad se mantuvo durante la Edad Media, aunque los asentamientos islámicos no favorecieron el cultivo de la viña en ciertas zonas del Penedés. Tampoco las buenas perspectivas comerciales de los siglos XVIII y XIX fueron aprovechadas por el Penedés, que se dedicó a una viticultura de masa y de producción, siguiendo la mala política que los franceses habían impuesto en el Rosellón, por lo que la viña en el Penedès representa el 70% de sus cultivos. Es cuando aparece el conocido concepto de Indiano y de los maravillosos contratos con América. También, con la crisis de los vinos franceses debido a la filoxera, los vinos del Penedès entran en su Edad de Oro y se exportan masivamente a Francia. Debido al éxito se empieza 1872 a trabajar los vinos espumosos mediante el «methode champenoise», pero a finales del s.XIX aparece la plaga de la filoxera, que cruza los Pirineos y se instala en toda Cataluña. El único modo de combatir la filoxera fue arrancar la vid de cuajo, pero gracias a visión de futuro de Marc Mir y Manuel Raventós se replantaron los áridos campos con cepas americanas, momento en que también llega la máquina de vapor a los campos del Penedès y también se instaló en Vilafranca el «Centre Vitícola del Penedès» que se convertiría en el mayor proveedor de cepas americanas de Cataluña y del resto de España. Sin embargo, después de la filoxera y debido el auge y tirón económico del vino espumoso, al replantarse el viñedo se apostó por las variedades blancas y se abandonaron muchas variedades tintas, menos productivas y demandadas en aquel momento, por lo que se perdieron prácticamente algunas cepas ancestrales, como la Garrut, la Terret Negra, la Morastell, la Trepat, la Sumoll o la Mando, entre otras. Sólo los tintos más tradicionales, de Garnacha, Monastrell y Cariñena, siguieron elaborándose -al igual que en todo el Mediterráneo, desde Jumilla y Priorato hasta Cháteauneuf-du-Pape- como un testimonio único de la tradición.
Los embotellados con cierta calidad empezaron a los inicios del siglo s.XX, y en 1960 se consolidad la DO Penedès, momento en que también los elaboradores comenzaron a introducir la tecnología del espumoso -el acero inoxidable y la fermentación en frío- a los vinos tranquilos, siendo los pioneros en España, así como también los primeros en introducir variedades de uvas procedente de Francia.
La DO Penedès se encuentra al sur de la provincia de Barcelona. Es una región amplia y abierta y se extiende a lo largo de una gran franja de territorio entre mar y montaña, a medio camino entre Barcelona y Tarragona, en el corazón de la Depresión Prelitoral catalana, entre la Cordillera Prelitoral y las pequeñas llanuras de la costa mediterránea. En la DO Penedès hay inscritas cerca de 24.300 hectáreas de viña que trabajan 2.900 viticultores y se extiende sobre 47 términos municipales, y en una zona (Bajo Penedès) situada en Tarragona, con 16 municipios, y un total de 170 bodegas inscritas.
Clima, suelos y variedades
En ella se coexisten tres zonas diferenciadas: el Penedès Superior, cercana a la Cordillera Prelitoral, el Penedès Marítimo, junto al mar y en la Cordillera Litoral, y el Penedès Central, entre una y otra zona. De ahí que la DO Penedès dispone de una gran diversidad de microclimas, consecuencia de su proximidad litoral y de su altitud. La climatología es típicamente mediterránea, es decir, suave y cálida. La zona del Penedès Marítimo (Baix Penedès y Garraf) es más templada por la influencia y proximidad del mar. El Penedès Superior (Alt Penedès, Alt Camp, Anoia y Baix Llobregat) goza de precipitaciones más frecuentes y de mayor contraste entre temperaturas máximas y mínimas. El Penedès Central (fundamentalmente Alt Penedès) es el compendio de ambos microclimas.
Los suelos de las tres zonas tienen similares características: ricos en fósforo, bajos en potasio y un 20% de piedra caliza por término medio. En las zonas más bajas, la mayoría de los terrenos son arenosos mientras que en las más altas son calizos y con predominio de arcilla.
En cuestión de variedades, una de las ventajas más claras del Penedés frente a otras zonas vinícolas es el clima, el cual posibilita la aclimatación diferentes variedades de uva en distintas alturas. Así, en tintas preferentes destacan la Tempranillo, Garnacha, Samsó, Sumoll, Monastrell, Cabernet Sauvignon, Merlot, Pinot Noir, Syrah, Cabernet Franc. Y en blancas preferentes sobresale la Macabeo, Xarel·lo, Parellada, Subirat Parent, Moscatel de Alejandría, Moscatel de grano menudo, Malvasía de Sitges, Chardonnay, Sauvignon Blanc, Riesling, Gewürztraminer y Chenin Blanc. De las cerca de 24,300 hectáreas de viñedo, en más de 19.000 se cultivan variedades blancas y en cerca de 5.000 tintas. La variedad blanca más cultivada es la Xarel·lo, con unas 7.000 hectáreas, a la que le siguen la Macabeo con 5.300 y la Parellada con unas 4.500 has. En tintas, la variedad más cultivada es la Merlot con unas 1.770 hectáreas, seguida de la Cabernet Sauvignon con 1.170 y muy de cerca la Tempranillo (Ull de Llebre) con 1.150.
Clasificación de Subzonas de la DO Penedès
El mapa de las nuevas subzonas de la DO Penedès tiene el objetivo de continuar con el proyecto propuesto por el propio Consejo Regulador y por petición de algunas bodegas, de dar valor añadido y contenido a aquellos vinos que se elaboran con una uva de una zona concreta. Desde el punto de vista de los productores, es importante que los consumidores conozcan las diferencias que existen en las diferentes zonas, ya que cada una produce un vino con un carácter u otro dependiendo del suelo y el clima del que provengan. En definitiva, se trata de poner en valor, no sólo la DO o los vinos de las bodegas, sino también el terreno en el que se cultivan las viñas. Por ello, en el mes de abril de 2015, el pleno de la DO Penedès aprobó por unanimidad el mapa de subzonas, hecho a partir de un estudio de suelos que se elabora desde hace 15 años, y que nutrirá de contenido los vinos en función del suelo y el clima. A partir de este estudio, el plenario ha determinado que en la zona del Penedès hay 96 tipos de suelos diferentes que han sido clasificados por el clima, la inclinación y la exposición solar, entre otros factores. Con estos datos, se han delimitado un total de siete zonas diferenciadas, que son: Conca del riu Anoia, Valls del Bitlles Anoia, la Conca del riu Foix, Serra d’Ancosa, Massís del Garraf i Costers de l’Ordal, Marina del Garraf i Costers del Montmell. El segundo paso del proyecto se aprobó una normativa general y específica para cada subzona, con la colaboración de las bodegas implicadas. Ésta, sin embargo, es una cuestión que todavía se está debatiendo entre todos los actores implicados.
Los Clàssic Penedès
Los vinos espumosos de calidad pertenecen a la DO Penedès desde sus inicios, aunque siempre en un volumen mucho menor que los vinos tranquilos. Sin embargo, desde 2013, con la entrada de nuevas bodegas es cuando este tipo de vinos se han impulsado dentro de la DO Penedès. Desde 2014 reciben el nombre de Clàssic Penedès, y a partir de ahí se marcan las directrices que definen el producto. Los Clàssic Penedès siguen el método tradicional y ancestral de elaboración de los mejores espumosos de calidad de todo el mundo y se caracterizan por 3 puntos principalmente:
* 100% Ecológico: con este requisito la DO Penedès se proclama en 2014 la primera DO 100% ecológica del mundo con respecto a los vinos espumosos de calidad. Los espumosos Clàssic Penedès nacen con la garantía de respetar una agricultura que se integra en el medio, utilizando métodos tradicionales de cultivo y técnicas 100% ecológicas que hacen de la DO Penedès la denominación de origen que encabeza en cantidad y calidad el ranking de producción ecológica de Cataluña y en España.
* 100% Penedès: uno de los puntos fuertes de los Clàssic Penedès es la garantía de territorio que ofrece el hecho de estar dentro de la DO Penedès. Es un producto con identidad definida, donde su producción se limita exclusivamente al territorio de la DO Penedès, potenciando por encima de todo las variedades ancestrales y propias de esta tierra.
* 100% Reserva: el escrupuloso seguimiento de los métodos tradicional y ancestral, y el objetivo de mantener Clàssic Penedès con los mejores espumosos del mundo, obligan a nuestras bodegas guardar Clàssic Penedès un mínimo de 15 meses en la bodega. De esta manera todos los Clàssic Penedès son Reserva.
Algunas de las bodegas del Penedés que abandonaron la DO Cava e integraron su vinos espumosos dentro la DO Penedès bajo la marca Clàssic Penedès son Albet i Noya, Bonans, Castell de Pujades, Celler Cal Costas, Celler Can Morral del Moli, Celler Grapissó, Celler Puig Romeu, Cellers AT Roca, Clos Lentiscus, Colet, Loxarel, Mas Bertran, Mas Comtal, Mas dels Clavers Can Gallego, Torre del Veguer.
Actualidad y futuro
Hoy en día, el Penedès es un campo de experimentación vitivinícola como ninguna otra zona de nuestro país, y caldo de cultivo de la variedad más amplia de uvas. Aquí se cultivan las variedades blancas y tintas tradicionales, las foráneas, las más nobles, las permitidas, las experimentales y las que están todavía por demostrar una calidad intrínseca. Y, al margen del color y de los vinos, hay que sumar las técnicas de cultivo, la ubicación de los viñedos, las producciones por hectárea, los vinos con los coupages más tradicionales, o los más exclusivos, o los más originales, junto a los distintos tiempos de crianza, la complejidad de la procedencia de los robles y grados de tostado… ¡fascinante! Pero la realidad es que ante esta diversidad, se hace difícil poder discernir sobre la verdadera topología de los vinos del Penedès, porque hoy por hoy hay tantas tipologías como bodegas y quizá tantas como vinos en particular. Sin embargo, el denominador común de los vinos del Penedés sigue siendo el equilibrio y la calidad de sus vinos en todas sus versiones.
Lo cierto es Penedès fue la puerta de entrada de una manera de entender el negocio del vino, donde se autorizaron y se autorizan las variedades necesarias para hacer el vino que sea necesario. Esta mentalidad funcionó muy bien desde los inicios de los años 80 hasta finales de la primera década del XXI, y desde entonces las cosas están cambiando, cuando salió a la luz el Plan Estratégico del Penedès, que concentraba toda la energía en la variedad blanca Xarel·lo como variedad propia y casi exclusiva de la comarca, dejando de lado el resto de cuestiones varietales que se debería resolver a largo plazo, tal vez confiando en que el mercado será el juez que propiciara los sucesivos cambios en el listado de tipos de uva admitidos. Cabe decir que teniendo en cuenta la dimensión y la importancia estratégica de esta DO, los cambios van a buen ritmo, y también que el Consejo Regulador de la DO Penedès sigue una estrategia acertada al prestigiar una parte pequeña de la producción de los vinos espumosos bajo el paraguas de la marca Clàssic Penedès, o incluso el estudio y la aprobación de subzonas dentro del territorio de la DO.
Es evidente que queda una huella importante de la etapa francófila del Penedès, pero ahora la fuerza está en la Xarel·lo, que atrae la I + D de muchos elaboradores en decenas de vinificaciones diferentes; en la Macabeo que, aunque sean todavía con pocas muestras, ya suelta todo su potencial; y en tintos, donde la Sumoll parece que es la gran revelación de los últimos años. También hay otras opciones, como en algunos lugares la Garnacha Tinta o la Tempranillo, incluso en Albet y Noya tienen una gran confianza en la Balado, una variedad recuperada de la nada, sin que se haya tenido noticia de su existencia hasta hace unos años. Hay que esperar para ver cuál de estas opciones debe ser la elección de la mayoría de bodegas a la hora de hacer vino tinto, pero hay que hacerlo asumiendo que el Penedès también es un lugar para lograr vinos tintos con carácter.
No sólo hay mucho potencial para el futuro; la cuestión es que históricamente es una región puntera, que marca tendencia, que influye en todas las demás porque económicamente es muy potente. Y por lo tanto, los cambios que se puedan producir en el Penedès -tal como ha ocurrido en los últimos cincuenta años- serán probablemente modelo de comportamiento para muchas bodegas del resto del territorio. En este sentido, la responsabilidad es doble y, antes de hacer cualquier paso, la DO Penedès debe ser consciente de la trascendencia que sus decisiones han tenido en el pasado más reciente.


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