altura de la viña: 0-260 m │hectáreas de viña: 1.770 │pluviometría anual: 600 mm │temperatura media anual: 15° │ viticultores: 315 │bodegas inscritas: 50
Desde tiempo inmemorial se cultiva la vid en esta zona del extremo nororiental de la península, fronteriza con el Rosellón francés. Unos dicen que los primeros cultivadores de la vid en la zona fueron los griegos, otros los romanos, pero la mayoría coincide que fue fundamental la influencia de los monjes del Monasterio de Sant Pere de Roda en el cultivo de la vid y la elaboración de vino. Sin embargo, su historia documentada más reciente hace referencia al siglo XV, cuyo corazón histórico, cultural y comercial de la zona se centra en el antiguo castillo de los Rocabertí, destruido por el fuego en el año 1285 y reconstruido durante el siglo XIV fuera de las murallas de la villa de Perelada. Junto a él se alza el convento de carmelitas, con la iglesia del Carmen, en cuyo interior se encuentra uno de los pocos claustros góticos de Cataluña. Fueron precisamente los monjes carmelitas los que construyeron las bodegas del convento, con el compromiso de elaborar el vino para el Condado de Perelada.
Situación, clima y suelo
La DO Empordà se sitúa en el extremo nororiental de Cataluña y engloba un total de 48 municipios distribuidos en dos comarcas: 35 en el Alt Empordà y 13 en el Baix Empordà.
La zona de producción del Alt Empordà limita con los Pirineos al norte, el Mediterráneo al este y la llanura al sur y está resguardada en las faldas de las sierras de Rodes y de las Alberas, en un arco que va desde el cabo de Creus a la denominada Garrotxa d’Empordà (Albanyà).
Por otro lado, la zona de producción del Baix Empordà se encuentra delimitada al norte por el macizo del Montgrí, al suroeste por el macizo de Les Gavarres, que forma una llanura costera con el macizo de Begur, y al este con el Mediterráneo.
Es una de las zonas vitícolas sometida a un régimen de inestabilidad climática, con una gran influencia del clima Mediterráneo, y que cuenta con el viento más violento (La Tramontana), pero que en todo caso beneficia que el viñedo no tenga parásitos, por lo que no es extraño ver muchas viñas atadas entre postas y alambres.
En el norte predominan los suelos pardos, con contenido calizo, mientras que el resto del viñedo se asienta preferentemente sobre tierras pardas meridionales. Se trata de terrenos sueltos, con buen drenaje, y pobres en materia orgánica.
Cabe resaltar en lo que se refiere a la temperatura y la insolación, que toda esta zona ampurdanesa se sitúa en la región III de la clasificación Winkler y Amerine, lo que la convierte en idónea para el cultivo de variedades de ciclo mediano y largo, y extraordinaria para la elaboración de vinos dulces naturales.
Variedades
Los actuales viñedos de la Denominación de Origen son mayoritariamente de antigua implantación, con viñedos de más de 30 años de edad.
En cuanto a las variedades tintas, domina la Cariñena o Samsó, que constituye la base de la viticultura ampurdanesa junto con la Garnacha tinta (denominada en la zona Lledoner). Estas variedades tradicionales se complementan con nuevas variedades que se van introduciendo, principalmente el Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot y Syrah.
Las variedades viníferas blancas dominantes son la Garnacha blanca y roja, y Macabeo, y en mucha menor proporción encontramos el Moscatel, el tradicional Xarel·lo y de nueva implantación el Chardonnay, Sauvignon blanc y Gewurztraminer.
Blancas
Variedades recomendadas: Garnacha blanca, Garnacha roja, Macabeo o Viura, Moscatel de Alejandría
Variedades autorizadas: Chardonnay, Gewurztraminer, Malvasía, Moscatel de grano pequeño, Picapoll blanco, Sauvignon blanc, Xarel·lo
Tintas
Variedades recomendadas: Cariñena, Garnacha tinta
Variedades autorizadas: Cabernet sauvignon, Cabernet franc, Merlot, Monastrell, Tempranillo, Syrah, Garnacha peluda
Los vinos
Se elaboran todo tipo de vinos, desde los vinos blancos en todos sus estilos, pasando por rosados y tintos, hasta dulces y espumosos con DO Cava en algunos municipios.
En general Los vinos tintos son de buena calidad, con cuerpo, bien constituidos y armónicos, en ocasiones matizados por una cuidadosa crianza, mientras que los vinos blancos son frescos y sabrosos, frecuentemente elaborados con variedades autóctonas, pero también con otros monovarietales de notable calidad. También se elaboran rosados, caracterizados por un color cereza bien definido, una gran personalidad y aroma delicado, frescos y de graduación alcohólica moderada.
Una singularidad de la zona es la Garnatxa de l’Empordà, un vino dulce natural con el sabor propio de la uva madura, cálido y sedoso, virtudes que lo convierten en un vino de postres excepcional, junto con el Moscatell de l’Empordà, el otro vino dulce propio de la zona.
Actualidad y futuro
El Empordà nos ofrece en primer plano el trabajo de muchas bodegas que ya apuestan por las variedades tradicionales, incluso algunas en vías de recuperación, y las diferentes maneras de vinificar las uvas de viñas viejas. Son pocas botellas, sí, pero son una vía abierta para reinterpretar el Empordà con variedades que proponen vinos genuinos y singulares. Pero lo más interesante es que todos, desde los más radicales hasta los más eclécticos, consolidan una tendencia creciente hacia la calidad y la búsqueda de una mayor autenticidad de los vinos del Empordà. Un apunte significativo de este cambio de negocio es que hace tan sólo 10 años el número de bodegas se ha duplicado, pasando de las 25 a las 50, mientras que el número de hectáreas, prácticamente, se ha mantenido.
Por otro lado, cabe también señalar que las cooperativas también gozan de buena salud en el Empordà, sobre todo Empordàlia, Agrícola de Garriguella y la Cooperativa de Espolla, donde la progresión cualitativa es no sólo rápida, sino también interesante por el trabajo que hacen con varietales casi perdidos, ofreciendo esporádicamente vinos de consumo fácil y rápido, incluso algunos elaborados con la Cariñena blanca, aunque el Consejo Regulador tiene un problema con esta variedad en vías de solución, ya que en Bruselas no consta en el listado de variedades conocidas y aceptadas para ser plantadas en territorio europeo.
Un párrafo aparte merecen los dulces. Los moscateles clásicos elaborados, la mayoría, por el método del apagado, que es posible que resulten demasiado dulces para el gusto que impera hoy en día. Y lo mismo pasa con las clásicas garnachas, donde las de solera son un patrimonio compartido con la Cataluña Norte, pero allí nos llevan muchos años de ventaja en el campo comercial a la hora de vender estos conceptos.
Y en otro estadio hay que remarcar que, históricamente y desde siempre, el gran motor económico de la DO ha sido y sigue siendo Castillo de Perelada, donde muchas otras bodegas se han mirado a su espejo. Es cierto que elabora una amplia gama de vinos, desde los más lineales y competitivos hasta los las exclusivos, como el Finca Garbet, el Finca Malaveïna o la colección de sus Ex, entre otros, pero también propone vinos elaborados con varietales autóctonos, como el Perelada Garnatxa Blanca, el Cigonyes Blanc, Finca La Garriga Samsó, etc. No obstante, más que el peso numérico de la variedad de vinos, merece la pena subrayar el esfuerzo que ha realizado esta bodega por desterrar el progresivo retroceso que sufría la imagen de la zona como tierra de vinos a granel, muchos embotellados oxidados y otros poco ofertables. Se puede decir que Castillo de Perelada llevó el timón y marcó un nuevo rumbo a los vinos del Empordà, y ahora hay muchas otras bodegas más pequeñas y muy preparadas que están proponiendo vinos novedosos, genuinos, modernos y personales.


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