altura de la viña: 200-1000 m │hectáreas de viña: 4.700 │pluviometría anual: 476 mm │temperatura media anual: 14,4° │ viticultores: 633 │bodegas inscritas: 37
En Catalunya hay zonas vitivinícolas por excelencia y de una magnitud importante para el desarrollo de una economía agraria floreciente, pero también hay otras más pequeñas con un pasado histórico sobresaliente y en la actualidad con un futuro que va muy despacio pero prometedor, como Costers del Segre.
La tradición vitivinícola de las Tierras de Lleida se remonta a la época de los Íberos, pero es durante el período de la romanización de las Tierras de Poniente cuando se introduce el cultivo importante de la viña, que llegó hasta el siglo XIX donde se contabilizaban cerca de 120.000 hectáreas de cultivo. Desgraciadamente, la filoxera redujo drásticamente su cultivo, y al replantarse el viñedo se abandonaron muchas variedades tintas menos rentables por lo que se perdieron prácticamente algunas cepas ancestrales como la Garrut, la Terret Negra, la Morastell o la Mantó. De hecho, no es hasta mediados del siglo XX cuando la acción emprendedora de algunas bodegas ejemplares como Castell del Remei y Raimat, entre otras, apuestan por renovar y ampliar de nuevo el cultivo de la vid y elaborar vinos con unos parámetros de calidad, lo que motivó la constitución en 1986 de la Denominación de Origen Costers de Segre.
Situación, clima y suelo
En Costers del Segre se produce una característica muy especial, ya que es una zona vitivinícola muy dispersa. En la constitución de la DO en 1986 se amparaban cuatro subzonas vitivinícolas y en 1998 se ampliaron con dos más, quedando actualmente configuradas por: Raimat, Artesa, Vall de Riu Corb, Les Garrigues, y las últimas Pallars Jussà y Segrià. Estas subzonas se extienden en forma de arco en las estribaciones de la cordillera prelitoral catalana, al este de la ciudad de Lleida. Actualmente se encuentran inscritos unos 633 viticultores cultivando una superficie de unas 4.700 ha de viña, distribuidas en cerca de 3.000 parcelas vitícolas donde hay un total de 37 bodegas inscritas. Las subzonas de Artesa de Segre y del Pallars son los más septentrionales, con las viñas de mayor altitud e influencia pirenaica. Raimat, en el extremo oriental, tiene un relieve suave y clima continental. La subzona del Segrià, en el llano de Lleida, es característica de tierras de secano. Las Garrigues y las Valls del Riucorb son tierras áridas con bajo contenido en materia orgánica.
El clima es bastante seco en todas las subzonas, de carácter continental, con influencias pirenaicas y climas extremos, con mínimas que con frecuencia se sitúan bajo cero y máximas que superan con facilidad los 35 grados. La orografía es bastante suave y, aunque los viñedos se encuentran muy dispersos, la mayor parte se asienta sobre suelos pardo-calizos, con elevado nivel de caliza, escasa arcilla y pobres en materia orgánica.
Variedades
Blancas autorizadas: Macabeu, Xarello, Parellada, Chardonay Garnacha Blanca, Riesling, Sauvignon Blanc, Moscatel de Alejandría, Malvasía o Subirat Parent, Gewurztraminer, Albariño.
Tintas autorizadas: Garnacha Negra, Tempranillo (Ull de llebre), Cabernet Saugvinon, Merlot, Monastrell o Morastrell, Trepat, Cariñena o Samsó, Pinot Noir, Syrah.
Los vinos
En esta zona se elaboran blancos, rosados, tintos en todos sus estilos, vinos espumosos y Cava.
Dependiendo del tipo de cepa, el suelo, la elaboración y el coupage, los vinos de esta zona presentan una variada gama aromática. Por ejemplo, los vinos blancos jóvenes a base de chardonnay ofrecen una buena intensidad aromática, desarrollando las notas mieladas, de ámbar, frutos secos -avellana-, mantequilla fresca, menta verde, melocotón; mientras que los de fermentación en barrica refuerzan los de la fruta blanca madura junto a notas de pan tostado, ahumados, lácteos, y alguna presencia de coco si ha desarrollado una crianza media en barrica de roble americano. Los rosados exhiben una amplia serie de perfumes frutales, cremosos y frutas rojillas del Montsec.
Los tintos de coupage (cabernet, tempranillo o merlot) son elegantes en nariz. En su primera crianza exhiben aromas balsámicos, de bayas maduras (moras, grosellas negras) y arándanos y especiados los de merlot, junto a vegetales frescos (eucalipto, tabaco) los más jóvenes. Los cabernets, generalmente más envejecidos, desarrollan los aromas mediterráneos de reducción clásicos de la variedad; vainilla, cuero, humo.
Actualidad y futuro
Cuando se habla de esta DO siempre se dice que produce vinos continentales, y algo de razón hay en ello, pero la extensa replantación varietal con uvas internacionales hace que muchos de sus vinos carezcan de tipicidad geográfica o territorial. Sin duda, Raimat fue la bodega precursora de la zona y la punta de lanza para obtener la Denominación de Origen, y hay que decir que la mejora del cultivo de las viñas y los vinos de Raimat en los últimos años es un hecho. Así lo avalan el certificado de producción integrada del Departamento de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Generalidad de Cataluña y el Consejo Catalán de la Producción Integrada que garantizan esta certificación, además de la garantía y el certificado de producción integrada de Bureau Veritas, entidad de prestigio internacional que cumple estrictamente la Norma Europea. También la certificación de la viticultura ecológica representa la culminación de la concienciación medioambiental y las prácticas sostenibles de Raimat, acreditada por el CCPAE (Consejo Catalán de la Producción Agraria Ecológica). Sin duda es una gran mejora, pero se trata de una mejora técnica, no conceptual, pero al fin y al cabo es una mejora.
Hoy en día hay algunas bodegas como Mas Blanch i Jové, Costers del Sió, El Olivo, Lagravera o Tomás Cusiné … que centran algunas de sus elaboraciones en las consideradas variedades tradicionales, aunque en todas la zona y en todas las bodegas predomina el varietal francés.
Un punto y aparte es la denominada «viña de montaña», donde algunas bodegas jóvenes ya hablan y actúan por recuperar estos espacios y las variedades que habían plantadas en tiempos pasados, incluso inducidos para afrontar el cambio climático, pero todo ello es quizás una contradicción porque en esas condiciones climáticas hay plantar variedades de clima frío, que son las que hay ahora, ya que las tradicionales no madurarían nunca bien. No obstante, es interesante el proyecto de Castell d’Encus, que apuesta por producciones muy cortas y controladas, siguiendo el modelo francés en todos los sentidos, incluidas las variedades.
No obstante, cabe decir que en líneas generales los vinos son técnicamente perfectos, buenos, o especiales, o continentales dentro del abanico de las DO catalanas, pero quizá con los años sería necesario darles una razón varietal, histórica y más ligada al territorio.


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