altura de la viña: 350-600 m │hectáreas de viña: 6.000 │pluviometría anual: 495 mm │temperatura media anual: 13,5° │ viticultores: 860 │bodegas inscritas: 27
La evolución de la viticultura en la Conca de Barberá ha ido muy ligada a la evolución histórica de la comarca. Sus antecedentes más remotos se remontan a los tiempos de los romanos y, posiblemente, incluso antes. Pero no será hasta la baja edad media que el cultivo de la vid jugará un papel muy importante, donde dos instituciones, la orden de los monjes cistercienses de la abadía de Santa María de Poblet y la orden de los monjes-guerreros de los Templarios establecidos en Barberà, transmitieron a los agricultores sus conocimientos y experiencias sobre la manera más provechosa y adecuada de cultivar la viña para extraer los mejores vinos.
El cultivo de la vid en la Conca de Barberá avanzó otro paso de gigante a partir de finales del siglo XVIII y sobre todo a mediados del siglo XIX. La exportación de vino y aguardiente hacia el norte de Europa y el continente americano convirtió la viña en el cultivo casi exclusivo de la comarca. Fue la época de la construcción de márgenes y bancales en las montañas para conseguir una buena cantidad de suelo cultivable, así como los años de la construcción de la línea ferroviaria Reus-Montblanc para trasladar más rápidamente y económicamente los vinos de la Conca de Barberà a los puertos del litoral tarraconense.
No obstante, la plaga de la filoxera por la comarca a finales del siglo XIX aniquiló casi completamente aquella época de esplendor, pero de nuevo, la agricultura de la comarca, haciendo un enorme esfuerzo, supo resurgir con renovado empuje.
Situación, clima y suelo
La Conca de Barberá es una comarca catalana situada al norte de la provincia de Tarragona. La zona de producción vitícola se concentra básicamente en la región que debe su formación geológica a la acción erosiva del río Francolí y de su afluente, el Anguera. La acción combinada de estos dos ríos a lo largo de los milenios ha configurado la fisonomía de esta parte de la comarca como la de un valle fluvial rodeada de cadenas montañosas: al este, las sierras de Miramar y del Cogulló; al oeste, las sierras del Tallat y de Vilobí; al norte, las sierras de Montclar, Codony y Comalats; y al sur, las montañas de Prades. Las viñas amparadas por la denominación de origen se extienden por el territorio que integran los términos municipales de Barberà de la Conca, Blancafort, Conesa, la Espluga de Francolí, Forès, Montblanc, Pira, Rocafort de Queralt, Sarral, Senan, Solivella, Vallclara, Vilaverd y Vimbodí.
En general se puede hablar de un clima mediterráneo de transición entre la suavidad de las comarcas tarraconenses del litoral, dada la relativa proximidad al mar, y la continentalidad propia de las comarcas leridanas. La modesta altitud de la sierra de Miramar y el estrecho de la Riba permiten una cierta influencia de los vientos húmedos y templados de la costa, pero por otra parte, las marcadas inversiones térmicas invernales acentúan las heladas en las partes bajas. Sin embargo, la acción combinada del relieve y la altitud contribuyen a la aparición de microclimas con notables particularidades.
Los suelos son, en su gran mayoría, de naturaleza calcárea y pobres en contenido de materia orgánica. Pueden ser arcillosos, con un característico color rojizo o de una textura más ligera y coloración morena. Al fondo de la cuenca hay terrazas fluviales. En el extremo suroeste de la comarca y en la falda de las montañas de Prades también están presentes los suelos de pizarra.
Variedades
Blanques
Variedades recomendadas: Macabeu, Chardonnay, Garnatxa blanca, Chenin, Moscatell de grano pequeño, Parellada, Sauvignon blanc.
Variedades autorizadas: Moscatell d’Alexandria.
Negres
Variedades recomendadas: Trepat, Samsó, Garnacha tinta, Monastrell, Ull de llebre o Tempranillo, Cabernet franc, Cabernet sauvignon, Merlot, Pinot noir, Syrah.
Territorio Trepat
La Trepat es la variedad autóctona de la Conca de Barberà. También se puede encontrar en la zona del Río Corb, la Baja Segarra y también una pequeña proporción en la Conca de Tremp.
Es sensible a las heladas de primavera. También presenta sensibilidad al excoriosis (hongo que puede causar daños en las hojas, los sarmientos y las bayas). Muy resistente a la Botrytis. Teme la sequía y los suelos algo frescos resultan ser lo más adecuados. Se adapta bien a la mayoría de portainjertos utilizados. Funciona bien con poda corta. Emite muchos rebrotes de madera vieja, lo que obliga a practicar la poda en verde.
Cuando el Trepat se elabora como rosado se obtiene un vino destacable, ligero, fresco y afrutado, de color rosa frambuesa, limpio y luminoso. En la elaboración de tintos se obtiene un vino fresco y ligero con un color entre cereza y rubí y ribete violáceo. En boca sobresalen notas de frutas rojas y regaliz fusionadas por un toque especiado de pimienta y hoja de laurel. El color, el aroma y el paladar los hacen únicos.
Los vinos
Las variedades tradicionales productoras de vino blanco son el Macabeo y la Parellada. Con estas se obtienen unos vinos de color amarillo pálido brillante, ligeros, de fino aroma afrutado y moderada graduación alcohólica. El Chardonnay es una variedad de introducción reciente, que puede participar en un coupage con las dos variedades anteriores aportando corporeidad y consistencia, o bien destinarse a una elaboración monovarietal con las técnicas más modernas de fermentación y / o crianza en barricas de roble, y originar unos vinos de reconocido prestigio.
El vino rosado más característico de la denominación de origen proviene de la uva tinta Trepat, variedad autóctona de la Conca de Barberà. Es un vino destacable, ligero, fresco y afrutado, de color rosa-frambuesa, limpio y luminoso.
Los vinos tintos proceden tradicionalmente del Tempranillo y la Garnacha. Pero las variedades foráneas como el Cabernet Sauvignon, el Merlot, el Pinot Noir y el syrah se han adaptado perfectamente al clima y suelos de la Conca y están dando muy buenos resultados. También hay quien sigue apostando por variedades nacionales como el Mazuelo y el Monastrell. Los tintos jóvenes son suaves y ligeros, sabrosos en boca. Los que reciben envejecimiento en barricas de roble son más corpulentos, adquieren una gran complejidad aromática y presentan una buena persistencia.
Actualidad y futuro
Como es común en muchas DO catalanas, en la Conca de Barberà hay un fenómeno que dibuja el futuro; la Trepat tinta. Apta para vinos espumosos, rosados, blanc de noirs y tintos, donde con diez años ha demostrado su potencial, su versatilidad, y la gran posibilidad de hacer I + D con ella. Cabe destacar los trabajos de una cooperativa como la Vinícola de Sarral con su vino rosado de aguja, los de la Agrícola de Barberà de la Conca con el primer Trepat tinto sin madera que salió al mercado (Cabañal), y sobre todo la actual vanguardia del Trepat vinificado en tinto: Carlos Andrés, Gatzara, Molino de los Curas, Mas Foraster, Bodegas Domenys … Pronto llegarán lo que ahora son todavía pruebas de bodegas emblemáticos de la DO, que están empezando a tomar contacto con el descubrimiento más importante del vino catalán este siglo XXI.
En blancos, cabe destacar tres vinos que hacen patente por donde deben ir las cosas: Josep Foraster Macabeo, Carles Andreu Parellada y Sanstravé Finca Gasset Muscat. Es cierto que hay bodegas que son aún ajenos a esta revolución, pero es un hecho incontestable que las variedades foráneas no pueden competir no sólo en cuanto a calidad, sino tampoco en cuanto a discurso o identidad territorial. Sería bueno que todo el mundo empezara a poner manos a la obra. Como hemos dicho en otras ocasiones: en zonas pequeñas los cambios son más efectivos y rápidos, y pueden servir de modelo para ser aplicado a otros lugares.
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